La Navidad (o la fiesta de Janucá, del Aid o cualquier otra gran fiesta del año) se rige por una tradición familiar arraigada. Pero cuando se ha de compartir los abuelos y que toca el turno de los otros, ¿qué pasa entonces? Ante unas tristes navidades sin hijos, Jamal y yo optamos por la versión para adultos y nos fuimos a Roma. No fue complicado encontrar un intercambio de casa allí. Os cuento cómo lo organizamos.

Las Navidades en Londres, incluso con el frío –o con más motivo cuando está helando- parecen ser muy atractivas y tuvimos muchas ofertas entre las que escoger. Angela y Gianluigi fueron los elegidos, con su piso antiguo y confortable del barrio de San Giovanni, a veinte minutos a pie del Coliseo de Roma.

A ellos y a su familia les encantaba la idea de pasear por Londres, en particular con la nieve, y pasar unas navidades británicas típicas. Nos atrajo la idea del cielo azul, los restaurantes italianos, la pasta y el sabroso vino italiano. Queríamos caminar por esos lugares históricos fabulosos, vivir de primera mano una cultura vibrante de pasado y color. Es lo que queríamos: la belleza, la ilusión, la pura euforia de estar en Roma.

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Angela y Gianluigi nos habían dejado una insolente Fiat Punto que podíamos utilizar para movernos por la ciudad. Estuvimos muy tentados, puesto que ya había conducido en toda Italia durante 40 años en una Fiat 500 azul marino, que parecía una caja de cerillas y se comportaba como un Lamborghini. Pero aquello era hace tiempo y ahora el tener que conducir en Roma con una mano en la bocina y la otra en el volante había perdido su encanto. Además, si podíamos ir caminando al Coliseo, también a la Piazza Venezia y, de ahí, a las escalinatas de la Piazza di Spagna y a la Fontana de Trevi y… a cualquier parte que quisiéramos.

Por supuesto, tuvimos que tomar algunas decisiones. La más urgente fue: “¿Dónde pasaremos el Gran Día?”. Luego resultó que no fue un gran día sino una gran noche: “Nochebuena”, que vivimos nada más llegar a Roma. Me desesperaba la idea de un aburrido día y una velada en una ciudad vacía de gente. Por suerte, Angela y Gianluigi nos habían reservado una mesa en un restaurante tradicional, “Il Drappo”, tan popular entre los romanos que estaba a tope de familias, desde el abuelo venerable en un extremo de la mesa, vestido de negro, al nieto en el extremo opuesto, picando con delicadeza en su plato de lentejas con cordero en salsa de hierbas. No hubo ni rastro de pavo o coles de Bruselas o “pie” inglés. Uuuf.

Nochevieja fue otro gran éxito. Por suerte, no hubo confusión aquí entre la noche y el día. “Capodanno”, como lo llaman aquí, el final del año, es el mismo en todas partes del mundo. Vimos los fuegos artificiales estallando en el cielo desde la terraza de “Il Winebar”, en lo alto de La Cittá del Gusto. Saboreamos una de las mejores comidas que hayamos probado en nuestra vida, acompañada de la música que nos gusta y seguida de un baile hasta donde lo soportaron nuestros pies.

No había abuelos esta vez (excepto yo), ni nietos (al menos no menores de 18 años), sino sólo italianos felices, exuberantes y animados, haciendo lo que saben hacer mejor: disfrutando. Cuando volvíamos caminando al alba de la primera mañana de 2013, pensando en lo que ya eran recuerdos de una noche a la vez familiar, por su cuenta atrás hasta ‘mezzanotte’, y agradablemente diferente por su menú (que empezó con un tartar de atún en aceite balsámico y se terminó por un milhojas crujiente, ligero y sabroso), contemplamos lo que Roma aún nos reservaba.

Días para explorar lo desconocido y redescubrir antiguos tesoros, o pasear por una ciudad histórica tan evocadora que los fantasmas parecen caminar a nuestro lado por las calles de Roma.

Roma en su apogeo fue una ciudad dura y cruel. Basta con escuchar a un buen guía mientras se visita el Coliseo para que surja, en toda su realidad sanguinaria. Pero es una ciudad que también tiene una belleza desgarradora, decorada con algunas de las mayores obras de arte del mundo. En cuanto a cultura y espíritu inventivo, Roma no se queda atrás. Vimos una exposición de modelos realizados por estudiantes, copiando algunos de los extraordinarios inventos de Leonardo da Vinci, incluido el primer tanque y el primer helicóptero. Ambos eran increíbles y nos inspiran humildad.

Pero no son sólo los edificios, no sólo la lasaña de civilizaciones en capas sucesivas, unas encima de otras, que hacen de Roma ese lugar tan extraordinario. Es la naturaleza. Es el río Tíber. Son los árboles, que reflejan con gracia los colores del paisaje. Y los cielos, que parecen haber sido todos pintados por Canaletto.

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¿Habríamos hecho nuestro intercambio de casa en Roma si no hubiera surgido la perspectiva de unas navidades sin hijos en Londres? No sabría decirlo pero lo que sí sé con certeza es que me alegro mucho de haberlo hecho.

NUESTROS RESTAURANTES FAVORITOS EN ROMA

Il Drappo (El Trapo)
00186 Roma
Restaurante familiar de cocina de temporada, con una fenomenal Chef originaria de Cerdeña, Valentina. No es para diario pero merece la pena conocerlo.

Cittá Del Gusto Wine Bar
00147 Roma
Restaurante italiano de estilo glamour. Desde fuera, parece un aparcamiento pero no hay que dejarse impresionar. Este lugar, que forma parte de Gambero Rosso, es ideal para una excelente comida.

Romolo E Remo (Rómulo y Remo)
Trattoria Romana
00183 Roma
Para diario, sabroso, barato, buen ambiente, ruidoso, divertido. Merece la pena ir a menudo.

Bir&fud
Pizzeria
Roma zona Trastevere

Giacomelli Pizzeria
(+39) 06 372 5910
Via Faa di Bruno 25, 00195 Roma, Italia
Probablemente la mejor pizza, la más crujiente y fina de Roma… o tal vez del mundo.

COSAS QUE HACER Y VER EN ROMA

Súbase al autobús turístico, al menos un viaje para ver una primera vez los lugares de interés más famosos y decidir luego cuáles quiere volver a visitar con más calma.

Tiene que ver absolutamente El Coliseo, pero busque un buen guía, cuyos conocimientos pueden transformar la experiencia. Conocimos a Dino, que era muy bueno con respecto a la parte histórica, y a Laura, joven estudiante que supo recrear el ambiente para nosotros.

Ópera en las iglesias
Vimos La Traviata, magníficamente representada y cantada en una diminuta iglesia cerca de Piazza Republicca, Iglesia S. Paola. Hay muchas, elija un programa y pruebe. No resulta muy caro y es una experiencia única.

Palazzo Valentini
Mansión del Renacimiento construida en el lugar que ocupaba una villa del Imperio romano hacia 180 AC. Experiencia extraordinaria que recurre a la tecnología del siglo Veintiuno para ilustrar la vida en la antigua Roma, ahí mismo dónde transcurrió. Reservar con antelación.

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